Un promedio de 150 personas vive del reciclaje en el vertedero ubicado en el kilómetro 22 de la ruta al Pacífico, operado por AMSA. Su mayor preocupación es quedarse sin empleo.
Por Mariela Castañón
Luz (nombre modificado para proteger la identidad de la entrevistada) tiene 66 años y 30 de laborar en el vertedero que opera la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y del Lago de Amatitlán, AMSA. No sabe leer y escribir. Su niñez y adolescencia la dedicó al corte de café en una finca de Suchitepéquez.
Luz migró a Ciudad de Guatemala para encontrar una oportunidad laboral. Vendía arroz en leche, pero las ganancias eran insuficientes para sostener económicamente a sus cinco hijos. Decidió reciclar en el vertedero de AMSA, donde encontró un ingreso fijo.
La recicladora admite que, aunque no es tan ágil como antes, al menos asegura un promedio de Q40 diarios para su alimentación. Sin embargo, con la entrada en vigencia del Reglamento de Desechos Sólidos, teme quedarse sin ese dinero.
Su preocupación se debe a que cada vez reciben “menos basura buena” y no tiene certeza de qué sucederá con ella y sus compañeros cuando la disposición gubernamental se implemente integralmente.
De momento, únicamente se clasifica lo orgánico e inorgánico.
La basura es una oportunidad

Tanto Luz como otras personas esperan con entusiasmo el ingreso de los camiones de basura. Es sábado. Los rayos del sol son intensos. Las aves de rapiña vuelan alrededor. La mezcolanza de olores fétidos penetra en la ropa y los recicladores, sin mascarilla, ni equipo especial se preparan para otra jornada laboral.
De acuerdo con Carlos Soto, presidente de la Asociación de Recicladores Estamos Aquí No Me Olvides (ACEANO), todos los días ingresan 250 camiones que recogen la basura de 32 municipios. Esto representa una oportunidad laboral.
Rosa (nombre modificado), de 38 años, dice que el reciclaje le ha permitido obtener hasta Q115 diarios para alimentar a sus hijos. Admite que cuando llueve la basura y el lodo complican el trabajo, pero hay que hacerlo, porque es la única manera de alcanzar ese ingreso. Ella migró de Chiquimulilla, Santa Rosa y encontró un trabajo en el reciclaje.
Guardianes del vertedero
Para los recicladores la clasificación es una oportunidad laboral y, a pesar de la precariedad y las condiciones insalubres que enfrentan, se unen para pagar por la seguridad al ingreso del vertedero. Entre todos, pagan Q100 para contratar a “un guardián”, que evite que terceros provoquen incendios.
Sin embargo, en ocasiones no logran reunir ese monto. El 4 de mayo, ocurrió un incendio en el lugar.
A futuro

El Departamento de Comunicación Social del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), admite que uno de los retos es el reconocimiento y la priorización de los recicladores de base que históricamente han liderado este trabajo en la mayoría de los vertederos.
El MARN agrega que trabajan en reformas legales para que los recicladores de base tengan acceso a los residuos valorizables de forma “justa y digna”, “este proceso debe implementarse a través de un trabajo interinstitucional e intersectorial, considerando principalmente a los sectores vulnerables”.
Por su parte, Celeste Soto, vicepresidenta de ACEANO, considera que la experiencia que han adquirido en el reciclaje podría contribuir a la adecuada gestión de los residuos, por lo que pide no ser excluidos de los procesos actuales y futuros.
Esta nota es producto del Diplomado Fundamentos de la Conservación de la Naturaleza, apoyado por la Fundación Luis von Ahn y Defensores de la Naturaleza, coordinado por Laboratorio de Medios.