Educación menstrual, un desafío para docentes

Por Mariela Castañón

Animación e ilustración: Astrid Caballeros

Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su iniciativa de ¡Exprésate! en América Latina.

En Guatemala la educación menstrual es delegada a docentes que, en su mayoría, son capacitados por oenegés.  Los pocos que se atreven a enseñar sobre la menstruación, encuentran que es un tabú en los estudiantes y las familias. Ante la falta de acceso a Internet del alumnado, muchos no han logrado continuar con la formación.

La toalla sanitaria estaba en la mesa de la maestra Griselda Vásquez.  Había 45 niños, niñas y adolescentes, de 10 a 13 años, de cuarto y quinto primaria, mirándola.  

La maestra les miraba a ellos, que estaban sentados en sus escritorios, en un salón administrado por la Asociación de Estudios y Proyectos de Esfuerzo Popular (Eprodep), un proyecto comunitario para niños de primaria y básicos de bajos recursos, en San Juan Sacatepéquez, un municipio del departamento de Guatemala.  

Un niño se levantó de su pupitre.  Sintió curiosidad.  Tocó la toalla.  La olió. “¡Qué asco!”, gritaron en coro sus compañeros del salón.  Soltó la toalla. Levantó la mirada desconcertado.

«Es una toalla limpia», dijo Griselda. “¿Por qué les da asco?», preguntó a sus estudiantes.  “Pasen la toalla, véanla, siéntala.  Ahora les explico qué es y para qué sirve”.  

Era 2017 y Griselda habló con sus estudiantes de la menstruación, de los cambios que representa y de la información que deben tener los niños varones. Era la primera vez que esta maestra maya kaqchikel, con diez años de experiencia en la docencia, formada por Eprodep y por activistas del Colectivo Fuego, hablaba en su salón del periodo.

La educación menstrual permite que las y los docentes transmitan conocimientos a sus estudiantes, les enseñen a conocer la menstruación como un proceso natural y empoderante, donde puedan alejarse de los juicios sociales sobre el cuerpo y el rol de las mujeres, priorizando el autocuidado, salud física y mental a través del conocimiento del ciclo menstrual.

En Guatemala, la educación menstrual está incluida en el temario y en algunos cursos, pero solo de forma parcial y la formación de los maestros sobre el tema está delegada en oenegés. La pandemia ha empeorado la situación porque las clases virtuales no son posibles para muchos estudiantes sin Internet. 

Las y los docentes utilizan como guía el fascículo 7 de la Estrategia de Educación Integral en Sexualidad (EIS) del Ministerio de Educación (Mineduc), un método para el que no ha contado con presupuesto asignado en los últimos cinco años. Pero desde 2010, las oenegés que han firmado convenios de cooperación con el Mineduc han formado, con cursos de seis meses, a 25,000 docentes de 600 centros educativos. No es posible saber qué porcentaje representan porque el Ministerio asegura que no guarda datos de la cantidad de maestros por año. Como dato disponible: en 2021, hay 115,095 docentes en el sector público. 

Tras entrevistar a 10 maestras de cuatro departamentos, todas sentían vergüenza inicialmente de educar sobre la menstruación y tres maestras dijeron que no recibieron aún formación para enseñar a su alumnado. Detallaron que la menstruación es vista por adolescentes como un tabú, sinónimo de suciedad y discriminación. Y todas coincidieron en que las familias son renuentes a hablar del periodo a sus hijas e hijos, y tampoco están de acuerdo con que los maestros eduquen sobre el tema. 

En una conversación por Zoom, Griselda parte de su propia experiencia cuando habla de los tabúes en la menstruación, dice que en su caso “no ha sido fácil desaprender” lo que le enseñaron.  De niña, le decían que no debía hablar de la menstruación frente a los hombres.

“Las risas me avergonzaban”

Al igual que Griselda, en 2018, el maestro César Cuc, en Sololá, quiso educar a sus alumnos para que entendieran que si continuaban casándose y teniendo relaciones sexuales habría embarazos. 

Un día de julio, mientras César trataba de explicarles en idioma kaqchikel lo que leía de forma general en su guía docente sobre la menstruación, sus alumnos no dejaron de reírse.  Se sintió incómodo, prefirió dejar la conversación y cambiar de tema.  Nunca había recibido capacitación.

Del año 2019 a la fecha, César fue capacitado por la Asociación Acceso y Desarrollo en Sololá.  Este año imparte sexto primaria a 25 estudiantes: 13 niñas y 12 niños.  Aunque a mediados de octubre iniciaron las clases presenciales con aforo limitado, la pandemia no fue un obstáculo para dejar por un lado la menstruación, explica César vía telefónica.

César pasó el último año visitando las casas de sus estudiantes, les dejaba hojas de trabajo que imprimía y animaba a sus padres para que hablaran de la menstruación.  El estudiantado tenía un dibujo al que debían asignar un color diferente.  Esa imagen reflejaba un ciclo menstrual, los días fértiles e infértiles y en qué consisten los cinco días de la menstruación.

El docente de Sololá promueve las nuevas masculinidades que proponen desaprender los roles de género heteropatriarcales, el machismo y la eliminación de pensamientos de que la menstruación es “sucia e indigna”.

El profesor también ha enseñado a 9 de sus 13 estudiantes niñas, que tienen acceso a un teléfono, a bajar diferentes aplicaciones para que verifiquen en qué fecha tendrán su próximo ciclo menstrual. 

A partir que la primera quincena de octubre, César empezó a reunir de cinco en cinco a sus estudiantes para abordar la menstruación, aunado a las hojas de trabajo.  Hoy ya no siente vergüenza. 

“Temas pornográficos”

Dos mujeres y un hombre escuchaban hablar a Ana Lucía Pérez, de la organización Pies de Occidente, sobre los órganos sexuales y reproductivos. Era 2015, estaban en un salón en Totonicapán.  Incómodos, le pidieron que dejara de hablar de «temas pornográficos».

Igual que la Asociación Acceso y Desarrollo que está en Sololá, Pies de Occidente, tiene presencia en los departamentos de Totonicapán, Quiché, Sololá y San Marcos ha capacitado a un promedio de 6,800 docentes de 2005 a la fecha, a través de diplomados de 10 módulos. 

Ana Lucía cuenta por teléfono que la mayoría de los maestros desconocen temas básicos como días fértiles e infértiles de la menstruación.

Según el Ministerio de Educación, la Estrategia de Educación Integral en Sexualidad está conformado por 26 personas, en las Direcciones Departamentales de Educación y una coordinadora a nivel central. La estrategia se implementa a nivel central, departamental y local por medio del Programa Coepsida.

Antes de la Declaratoria Prevenir con Educación, que se implementó a partir de 2010 y que tuvo vigencia por cinco años y dos prórrogas, la última vencerá el 31 de diciembre de 2025, el Programa Coepsida trabajó algunos temas que están en la ruta de aprendizaje de la Estrategia de Educación Integral en Sexualidad. 

Darla Yat es una excepción al profesorado con miedo a hablar de la menstruación.  Es una maestra con mucha experiencia, se dio cuenta que las niñas y niños ni siquiera conocían el nombre de las partes de su cuerpo.  Así que buscaba en su libro para encontrar ideas y conceptos para educar sobre la menstruación en su salón de La Tinta, Alta Verapaz.  

Igual que César, el maestro de Sololá, ella, en Alta Verapaz, empezó a formarse en educación menstrual en 2018, tras 16 años de experiencia.  Antes de la formación que le dio Plan Internacional, fue creativa: utilizaba sus propias estrategias.  

Antes de la pandemia, con un pedazo de tela y aguja, Darla enseñaba a las niñas a hacer sus propias toallas sanitarias de tela.  En este ejercicio no incluía a los niños varones porque la idea era que las toallas de tela les sirvieran a las niñas menstruantes. No todas las familias pueden comprar toallas sanitarias y la menstruación implica un gasto.

La maestra continuaba el tema con la definición de menstruación, los procesos, el inicio, el tiempo de duración, cantidad, el ciclo menstrual y sus fases. 

En 2021, Darla es maestra de sexto primaria de 26 estudiantes: 16 niñas y 10 niños, pero no ha logrado platicar de estos temas porque no todos tienen acceso teléfonos con Internet.  Los ve cada 15 o 30 días de manera individual, en un país en el que 7 de cada 20 hogares no tiene computadora y más del 80% no puede pagarse Internet, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE). 

A partir de marzo de este año, las clases para centros educativos públicos son una mezcla de presencialidad y virtualidad en los municipios con alerta naranja en el semáforo COVID-19.

La educación menstrual seguirá representando un desafío para docentes y alumnado, mientras no exista inversión para la Estrategia de Educación Integral en Sexualidad, ni interés por parte del Ministerio de Educación para formar a los más de 100,000 docentes que solo en 2021 imparten cursos.